jueves, 14 de junio de 2007

LA HISTORIA DEL TÉ

Queen ElizabethImage by Alexandra408 via Flickr


Los chinos por supuesto bebían té desde épocas milenarias. Pero mantenían este placer muy secreto pues fue hasta mediados del siglo XVI cuando Portugal estableció un centro de intercambio en Macao mandando a casa de vez en cuando un poco de aquellas hierbas preciosas. Y por supuesto, una vez que el té llegó a Europa fue un producto tan excesivamente caro que era tomado exclusivamente por la aristocracia y la realeza. El té llegó a las costas de Inglaterra durante los años del protectorado de Cromwell (1653) y aquellos que lo importaban trataron de que los puritanos lo aceptaran haciéndolo pasar como una bebida de tipo medicinal pero no fue sino hasta el momento en que el Rey Carlos II se casara con la princesa portuguesa Catalina de Braganza en 1662 que el té formó parte de su dote y se convirtió en una bebida de moda en la corte. Se bebía té verde, sin azúcar ni leche, en tazones de porcelana china azul sin asas y el agua hirviendo se servía sobre las hojas de té en el estilo oriental más puro.
Pero una cosa llevó a la otra. Aquellos que podían darse el lujo de comprarlo, pronto se vieron en la necesidad de tener toda la parafernalia que acompañaba la actividad de tomar el té. Si la porcelana china resultaba costosa, compraban tazones de pewter o bien de cerámica de Delft holandesa pues aún los europeos no habían descubierto como hacer la porcelana. También fue necesario tener un sitio donde guardar las costosas hojas de té, una tetera para mezclarlo y por supuesto un candado para guardar tan valiosa posesión. A finales del siglo 18, el té se había convertido en una pasión a nivel nacional y pese a que su precio no era muy accesible, era bebido por gente de todos los estratos sociales. Una vez que los patrones de la casa se habían preparado el té, sus sirvientes preparaban té utilizando aquellas hojas por segunda vez y luego vendían las hojas por la puerta del servicio. Y por supuesto no tardaron en aparecer las copias baratas, las mezclas inciertas y los gobiernos vieron el té como una gran fuente para la recolección de impuestos lo que dio pie al nacimiento de un mercado negro. Los ingleses trataron incluso de cobrar impuestos al té a las colonias americanas quienes lo rechazaron rotundamente.
El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Boston Tea Party, en el que se lanzó al mar todo un cargamento de té.
La rebelión de los colonos (disfrazados de indios Mohawk) en el puerto de Boston nace como consecuencia de la aprobación por Gran Bretaña en 1767 de nuevos derechos de aduana que gravaban las importaciones a la metrópoli de distintos productos, incluido el , para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales a quien los americanos boicoteaban comprando el té de Holanda. En menos de 3 horas, arrojaron la carga de tres barcos: Beaver, Darmouth y Eleanor.
Después de más de un siglo de beber té importado de China, los ingleses provocaron y ganaron la Guerra del Opio contra los chinos (pero esta es otra historia). Mientras tanto el té se había comenzado a cultivar de manera silvestre en la India y pronto enormes cantidades de té negro fueron vertidas en todo el imperio británico. La realeza victoriana jugó un papel primordial en el cultivo de esta pasión ya que por ejemplo Lord Wellington jamás salía en campaña sin su juego de té de plata. Incluso se diseñaron tazas especiales para aquellos con bigotes tupidos y espesos para no mojarlos al beber.
Cómo se inventó este asunto del Té de las Cinco
Anna, la 7 ° duquesa de Bedford sentía cansancio y una ligera depresión todas las tardes alrededor de las 4 pm. en aquellas horas de aburrimiento entre comidas. Un día se tomó el atrevimiento de pedir que le subieran una charola de té con pan y mantequilla y fue tal el hábito que se formó que resultó muy difícil de romperlo, por lo que decidió promoverlo entre sus amistades. Llegó un momento en que las señoras incluso se cambiaban de ropa para esta ocasión en particular. En tiempo del Rey Eduardo, el ritual del té de las Cinco se había convertido en un fenómeno social.
Desde la Segunda Guerra Mundial las cosas ya no fueron como antes. Las dietas y las tallas chicas han hecho a un lado los suculentos pasteles y bocaditos y la vida tan apresurada no permite darse una pausa a las 5 de la tarde. Pero el té no ha perdido su estatus simbólico y emocional en Inglaterra. En cualquier momento, de alegría o de tristeza, siempre aparece una jarra de té caliente.
Cómo preparar una jarra de té perfecta.
Llena la tetera con agua fresca.
Colócala al fuego y justo antes de que comience a hervir vacía una cantidad suficiente en la tetera que llevarás a la mesa y hazla que gire varias veces antes de vaciarla. (Calentar la tetera tiene un sentido pues permite que el agua se mantenga en el punto de hervor necesario para que las hojas de té se abran correctamente.)
Sirve una cucharada de hojas de té por cada invitado y una más por la tetera y ahora sí vacía encima de las hojas el agua de la tetera hirviendo.
Es importante que el agua no hierva demasiado porque pierde el oxigeno y da como resultado una jarra de té amargo.
Permite que el té repose de 3 a 6 minutos, agítalo y sírvelo utilizando un colador para recibir las hojas.
Si tomas el té con leche, deberás servirla fría y fresca en la taza antes de servir el té.
P.D. Las bolsitas de té no son las más adecuadas. El té simplemente no será el mismo y no añadas azúcar pues como decía un escritor inglés victoriano: el amor y los chismes son aquello que mejor endulza una taza de té.
Té en el Hotel Ritz de Londres.
Tomar el té en el Ritz es como adentrarse en un siglo pasado. La luz es amable, el ambiente es tranquilo. Los bebedores de té se acomodan en sillas estilo Luis XVI color de rosa, alrededor de mesitas de mármol, tomando sorbos de Té Daarjeling o Earl Grey mientras los vitrales de la Belle Epoque los rodean.
El escenario para el ritual del Té de las Cinco se conoce como “The Palm Court” un salón separado de la entrada y la galería central por columnas iónicas. No hay relojes, apenas y se llega a escuchar vagamente el ruido de los automóviles que pasan por Piccadilly así que uno se siente transportado a un momento lejos en el tiempo, lo que aumenta el placer de beber una taza de té. Bajo la luz de este escenario, la gente luce más hermosa que en la vida real ya que el salón tiene la fama de contar con la iluminación más favorecedora. El legendario hotelero César Ritz sostenía que no existe ningún otro factor para hacer que una persona se sienta a gusto que cuando la rodea la iluminación adecuada. La viuda de César Ritz describía que su marido pasaba semanas absorto en problemas relacionados con la iluminación y que por horas la hacía sentar mientras él y un electricista probaban los efectos de las distintas tonalidades de color sobre su cutis y descubrió que un color de rosa con tintes de durazno resultaba ser el color más favorecedor.
El Palm Court del Ritz de Londres fue el primer sitio donde se les permitía a las mujeres ir solas para tomar el té. Y hasta hoy día, la gente tiene que reservar con bastante anticipación una mesa para la hora del té y el Ritz se reserva el derecho de admisión a aquellos turistas que llegan con pantalones de mezclilla o shorts y tennis.
Para aquel que sabiamente hizo su reservación con por lo menos seis semanas de antelación para asistir hoy a su cita en el Ritz, el menú será el siguiente:
Pequeños y exquisitos sándwiches de:
Salmón ahumado
Ensalada de huevo con berros
Jamónes varios
Pollo con Mayonesa
Pepino y queso crema
Bollos recién horneados con pasitas y manzanas acompañados con crema de Devonshire y jaleas y mermeladas orgánicas
Pastelillos
Compota de frutas del bosque con crema inglesa y
Tés exclusivamente seleccionados para el Ritz o bien Café de mezcla exclusiva.
Todo esto, mas el privilegio de sentarse en el Palm Court de tan legendario hotel tiene un costo hoy día de 35 libras esterlinas ( $747.00 M.N. aprox) por persona sin incluir la propina por supuesto.

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