jueves, 26 de junio de 2008

Jornadas Sagradas y Peregrinos


Las jornadas sagradas son peregrinajes que se llevan a cabo de maneras diversas, por historiadores religiosos, antropólogos, sociólogos y todos aquellos devotos, practicantes de múltiples religiones alrededor del mundo que acuden a recintos sagrados por diversas razones. La búsqueda espiritual la definen los budistas como el renunciar al mundo material del cual se liberan para confrontar el universo espiritual. Buda aconsejaba llevar a cabo un peregrinaje como uno de los actos más importantes dentro de la vida- un primer paso en el sendero de la iluminación.

Las mayores congregaciones humanas son aquellas formadas por peregrinos. Cientos de miles llegan a Roma, a Jerusalén, y en Mecca se reúnen anualmente más de un millón de fieles de todas partes del mundo islámico. El Khumba Mela, celebrado cada doce años en la India, atrae prácticamente a diez millones de fieles.

¿Porqué acuden en tal número? ¿Qué es lo que buscan? ¿Porqué es al pasar de los siglos la gente ha experimentado el mismo deseo de abandonar la seguridad de su casa, su vida cotidiana y lanzarse en una ruta hacia lo desconocido? La respuesta podría ser que independientemente de cual religión o culto practican, o hacia donde los llevan sus pasos y sus razones inmediatas para emprender el viaje, los peregrinajes brotan de un deseo innato por encontrarse frente a lo divino. Este anhelo se conforma del deseo de postrarse a los pies de lo divino en un sitio particular y la esperanza de que Dios atienda sus plegarias personales.

Los rasgos comunes que comparte el hombre no importando en qué región del mundo se encuentre siempre son los mismos: conflictos, sufrimiento, la muerte, y todos el que busca una respuesta formula siempre la misma pregunta imposible: ¿Porqué? Desde el momento en que nace hasta que muere, el ser humano busca significado a todo aquello incomprensible y el peregrinar a un sitio sagrado donde lo divino se impregna con lo mundano, mantiene la promesa de una posible ayuda y consuelo en este mundo y de un encuentro sagrado con aquella presencia divina.

EL LUGAR.-

Para los místicos hindúes y Sufis, el viaje sagrado se encuentra dentro de ellos mismos: su peregrinaje es un viaje que se lleva a cabo sin moverse físicamente, una búsqueda dentro de su cuerpo y alma. Para otros, el peregrinaje es una jornada simbólica, como lo hacían aquellos en el Medievo caminando por los laberintos labrados en los pisos de iglesias y catedrales.

La primera vez que se habla de un peregrinaje con una meta específica es en el siglo nueve cuando un santo irlandés y su comitiva de monjes viajan hacia el oeste confiando su vida a Dios. Después de siete años, llegan a una isla que de inmediato llaman "La Tierra de la Promesa". En el oriente, un pordiosero iba de un santuario a otro como la única motivación para su vida. Un peregrinaje en sí es metafóricamente la vida en sí misma. El viaje comienza desde que nacemos y termina al momento del último suspiro.

Pero la mayoría de los peregrinos lleva a cabo la jornada, abandonando su vida diaria para viajar, soportando incomodidades para llegar a un sitio en particular. Por lo general, la existencia de un santuario se desprende a partir de la creencia que un santo está eternamente accesible en el sitio donde vivió, visitó o hizo una o varias apariciones. Pese a que los fieles pueden invocar sus plegarias a la Virgen María en cualquier templo católico, es más factible que éstas peticiones sean escuchadas y respondidas con mayor eficacia en Lourdes, Fátima o la Basílica de Guadalupe.

M E C C A
Antes de llegar a Mecca, los peregrinos se lavan y se visten de blanco para entrar purificados. Ya en Mecca, primero visitan la mezquita sagrada, lavándose de nuevo antes de entrar. Allí giran alrededor del Ka'ba siete veces en sentido contrario a las agujas del reloj y besan el monolito negro. Posteriormente, beben agua en el pozo de Zamzam antes de caminar siete veces entre las colinas de Safa y Marwa. En Arafat, donde Mahoma proclamó su último sermón, rezan hasta que cae el sol. Al día siguiente se lleva a cabo un sacrificio animal en Mina y los peregrinos arrojan piedras a las columnas de Eid-ul-Adha como símbolo del rechazo al mal. Finalmente regresan a Mecca y giran de nuevo alrededor del monolito.

LA ORACION.-

Un niño cuando desconoce algo, corre de inmediato hacia sus padres, el adulto busca a Dios. Lo que hombres y mujeres piden a Dios se basa en deseos fervientes: concebir un hijo, resolver un problema, sanar una enfermedad, este último una de las razones principales para emprender un peregrinaje. En países pobres, la búsqueda del bienestar físico es tal vez el motivo más urgente, aquel que incluso traspasa las barreras de una educación religiosa formal. En la India, el deseo de mejorar la salud lleva a multitudes de fieles de muchas otras religiones a acercarse a sus santuarios y orar por sus enfermos, buscando el consuelo que un lugar santo le otorga a su espíritu.

EL VIAJE.-

Resulta difícil percibir estos sitios libres de turismo y manifestaciones que alteran el espíritu de los fieles devotos, pero hay que saber que durante la historia de las civilizaciones antiguas, los peregrinos que iban a Roma aprovechaban de visitar los vestigios del otrora Imperio Romano y no solo los sepulcros de los apóstoles y las iglesias. Así también viajaban a Jerusalén con el propósito principal de acudir a los lugares santos, pero también sabiendo que su viaje a través de mar y tierra era una grandiosa e inigualable aventura.

Aún así, hoy día el turismo ha conceptualizado dentro de su mercadotecnia, la palabra "peregrinaje" como la intersección entre la aventura y la personificación de algo o alguien idealizado. Es por eso que hay momentos en que la distancia es muy corta entre un peregrinaje sagrado y un peregrinaje secular o laico, para rendir homenaje a un héroe histórico o un ícono de la cultura moderna como cuando se organiza un viaje a Memphis para visitar Graceland la mansión de Elvis Presley o los estudios Abbey Road en Londres donde grabaron los Beatles o a Salzburgo a ver donde vivió la Familia Von Trapp cuya historia se condensó en un filme de dos horas llamado "La Novicia Rebelde".



Pero regresando a donde estábamos, es posible comprobar con estos movimientos masivos a los lugares sagrados, que pese a que el momento en que vivimos confirma que las religiones formales están debilitándose, el impulso que genera el peregrinaje está tomando cada vez más fuerza.



PREPARATIVOS e INICIO DEL VIAJE.-

El peregrino comienza a hacer planes. Por lo general, el viaje culmina en una fecha religiosa o tradición. A menudo un viaje en solitario no es común así que decide unirse a un grupo participando en la tradición milenaria de hacer la jornada espiritual viajando acompañado.

El peregrinaje es un rito de paso, y la vida está formada de transiciones de espacio, tiempo y condición social. Muchas de estas costumbres y cambios especialmente el matrimonio y la muerte son ceremonias claramente definidas. Y la creencia de atravesar el umbral entre la vida en la tierra y la vida que existe después de la muerte como lo define el cristianismo, se condensan en un ejemplo sencillo: el umbral a la entrada de la casa que marca lo que hay adentro, la seguridad de la familia, la falda de una madre, y lo desconocido, a lo que el hombre se enfrenta en la cotidianidad. Al cruzar el umbral de un templo, se deja atrás lo cotidiano y se entra a lo sagrado. Y es por esto que un peregrinaje da inicio con la ejecución de un ritual, una celebración religiosa antes de emprender la anhelada ruta.



LA RUTA SAGRADA.-

La columna de peregrinos está en camino, literal y metafóricamente. Su cuerpo y su mente ajustándose minuto a minuto al paisaje, al clima; está enfocado a vivir intensamente esta jornada. Y el peregrinaje se trata de recibir todo lo que hay alrededor ya que no hay que perder de vista que no es el sufrimiento lo que motiva al peregrino a seguir con su jornada, sino la esperanza y la alegría.

En aquellos peregrinajes que duran más de una jornada, la caminata, las horas bajo el sol, la molestia en las rodillas, el dolor de espalda, son solo algunas de las justificaciones para unos cuantos que se encuentran confundidos, inciertos a seguir adelante o abandonar la causa. Para muchos el viaje no está cumpliendo con sus expectativas y desearían que la casa de sus padres estuviera a la vuelta de la esquina cuando aún faltan kilómetros para llegar al siguiente hostal a pasar la noche, pero para la gran mayoría, los peregrinajes les han permitido conocer gente que ha jugado un papel clave de cara al horizonte de pautas espirituales que se van desenvolviendo frente a sus ojos.

El peregrino deberá estar consciente de que la humanidad se mantiene en una eterna búsqueda y que el peregrinaje le permitirá conocer íntimamente su propia raza.

LA LLEGADA.-
Finalmente se ha arribado al sitio sagrado, aquel a donde se ha fijado la meta del corazón y la esperanza. El recinto sagrado está frente a él, el templo sagrado lo cubre, lo envuelve y se aproxima entonces el momento de retirarse del mundanal ruido, en oración o meditación. Muchos utilizan imágenes como las que usara Santa Teresa de Ávila quien se imaginaba su viaje interior como un castillo (su alma) lleno de habitaciones y pasillos que la llevaban hacia donde un Rey (Dios) se encontraba sentado. Esto para un peregrino es el momento donde su jornada a través de espacio y tiempo ha dejado atrás lo cotidiano y lo ha transportado a lo sagrado, la delgada línea que divide lo humano y lo divino, donde el poder que siempre está escondido tras un velo se ancla en su realidad humana. El poder ha estado siempre allí, siempre ha estado accesible, pero el buscarlo decididamente traerá a su vida un cambio existencial. Este es ahora el momento y el lugar.
Quienes lo han vivido afirman que se cubren de inspiración divina, de un ritual de transformación de cuerpo y alma, que experimentan una sensación de sobrecogimiento e intimidación, misterio, regocijo, y un asombroso golpe de alegría. Y lo que de aquí le sigue, es muy difícil de traducir y menos de transcribir porque cada peregrino experimenta esta epifanía de una manera distinta y aseveran que es una experiencia sagrada que trasciende todas las fronteras del intelecto y el lenguaje.
SANTIAGO DE COMPOSTELA
Un Santo, una estrella y una concha de mar….La leyenda cuenta que el Apóstol Santiago huyó de la persecución en Tierra Santa y llegó a España. Allí predicó el evangelio hasta cuando decidió regresar a Jerusalén donde murió como un mártir en el año 44 después de Cristo. Sus restos fueron traídos y sepultados en España donde fueron descubiertos en el siglo nueve en un campo marcado por una brillante estrella.
Los peregrinos han hecho el viaje a Santiago –uno de los caminos más arduos de Europa- desde tiempos medievales, reuniéndose en monasterios y viajando en grupos por cuestiones de seguridad. Cuatro rutas a través de Francia convergen en la frontera con España. Los peregrinos llevan consigo una concha de mar de la cual se desprenden diversas historias. La más práctica es que se podían encontrar fácilmente en las costas de Galicia, que servían para poder beber agua o como recipiente para una comida austera y sus líneas que convergen hacia un mismo punto se asemejan a las filas de peregrinos que se reúnen finalmente en Compostela.