martes, 30 de noviembre de 2010

Con cámara al hombro, de Jurica a Nueva York

escritora huésped
Maga M. González

Domingo por la tarde. Estamos a la mitad de un largo fin de semana pues al día siguiente se conmemora el Día del Trabajo en los Estados Unidos y he citado a Alfredo Alcántara para que platiquemos respecto al trabajo que desempeña en la Ciudad de Nueva York .
La cámara de video y la cámara de cine fueron sus juguetes durante su niñez y adolescencia y ahora son herramienta de trabajo.


Esta historia inicia en Jurica , Querétaro donde llegó siendo un niño. Cualquier pretexto valía para que Alfredo siendo un niño, hiciera un corto, filmara una película, un “largometraje” de unos cuantos minutos donde todo aquel que llegaba de visita a la casa, instado por supuesto por él, podía probar su talento como actor. Durante el transcurso de algún evento familiar o reunión de amigos Alfredo dirigía, filmaba, editaba, musicalizaba y producía. Hoy al paso de los años el material vale oro pues documenta la diversión de la infancia (¡Curiosamente, uno de sus actores infantiles- Miguel Septién hoy ya trabaja en Broadway !)
Hacer películas fue siempre el sueño de Alfredo. Apenas había terminado sexto grado de primaria y ya solicitaba información a las escuelas profesionales de cine de Estados Unidos. Aún conserva un par de cartas donde le respondieron una vez que notaron su corta edad aún. En una de ellas la directora del programa de cine le escribe de su puño y letra diciéndole que lo felicita ya que no muchos definen su pasión por la vida a tan corta edad y lo anima para que se vuelva a poner en contacto en unos cuantos años más.

Alfredo Alcántara Marentes fue alumno del Colegio Kennedy de donde se despidió antes de haber cumplido 15 años para estudiar en Fountain Valley School de Colorado Springs, Colorado. Cuatro años después ingresó sus documentos para ser aceptado por la Universidad de Nueva York de la que 4 años más tarde se graduó con honores del prestigioso Programa de Cine que ofrece “Tisch School of the Arts” dentro de la Universidad. El programa solamente admitía a 50 candidatos y Alfredo fue uno de los elegidos.

Durante su tercer año tuvo la oportunidad de estudiar un semestre en FAMU la Escuela de Cine de la República Checa y de trabajar en los estudios de Kodak y Panavision en la Ciudad de Praga. Durante estos meses, dirigió un cortometraje llamado “Las lágrimas de oro” que participará en 2011 en el Festival de Cine de la Universidad de Nueva York. Asimismo, ganó el patrocinio de la misma universidad para filmar en el estado de Colorado, el cortometraje que presentó como tesis para recibirse y cuyo título es “Agua que Corre”, mismo que también está enfilado a participar en los festivales de cortometraje artístico de Estados Unidos, Toronto y Berlín.
El abanico de proyectos en los que trabaja es muy variado pues además de desempeñarse como realizador de cine, su trabajo como fotógrafo cinematográfico comienza a ser muy cotizado y ya comparte créditos en cortometrajes que hay sido galardonados en el Festival de TriBeCa en Nueva York.
Justo el mes pasado fue premiado por GE (General Electric) ya que presentó a concurso un spot comercial acerca de la energía renovable.

Hoy Alfredo Alcántara me platica sobre el proyecto en el cual está trabajando y que arrancó hace prácticamente ocho meses.
La amena entrevista nos lleva a definir la diferencia que existe entre un fotógrafo de cine y un fotógrafo para documentales. El trabajo de un fotógrafo de cine es contar una historia a través de imágenes en movimiento, pero estoy por descubrir un ángulo diferente que es el oficio de un fotógrafo para documental y Alfredo me brinda esta perspectiva desde diversos ángulos.

El oficio del cine que aprendió durante su estadía en la Universidad de Nueva York lo capacitó para trabajar en ambas esferas: el cine narrativo al que lo rigen los muros de un set, y el cine documental que es gobernado por otro set de códigos y que le atrae por la naturaleza espontánea a la que se enfrenta.

El trabajo de un fotógrafo de cine es el de crear imágenes, pero al fotografiar un documental, su trabajo será “encontrar” esas imágenes además de contar con la sensibilidad suficiente para captar lo que sucede frente a él, captar el momento justo, la expresión facial, la gesticulación , el movimiento de las manos y todo aquello que será lo que revele al individuo y al momento preciso.
En el argot cinematográfico existe la expresión: “el paso de la mariposa” (documentary butterfly) pues se necesita el talento para captar lo irrepetible. El fotógrafo debe poseer instinto y el don de la improvisación, la habilidad y el deseo de escuchar.

Alfredo Alcántara cuenta con todo esto a su favor. Es por ello que desde Mayo forma parte medular del equipo de trabajo del Doctor Irving Dardik quien produce un documental llamado “The Wave Maker”. (Aún no existe una traducción oficial para el título-aunque la traducción literal sería El Generador de Ondas.)

Dardik ha estudiado meticulosamente los ritmos circadianos que son básicamente los ritmos biológicos. Todo animal y planta muestra un ritmo biológico que está unido a un cambio ambiental rítmico. La esencia de su teoría es simple: Todo el Universo está compuesto de ondas- todo lo que afecta nuestro sentidos. Al nacer el ser humano está conectado a todas las ondas y ritmos naturales. Estos patrones naturales con los que el hombre está unido desde que nace se van deteriorando por una mala calidad de vida, de alimentación, de sueño y de presión cotidiana. El hombre llega al mundo siendo una perfecta orquesta en sintonía y de repente cada grupo de instrumentos decide tocar en desorden y desentono.

Habiendo sido la Cirugía Vascular su especialidad médica inicial, Dardik originalmente vio su investigación y su principio como la oportunidad para brindar salud, contrario a lo que es el punto de vista común de diagnosticar y curar enfermedades, y por medio de un programa de ejercicios meticulosamente diseñado, ha encontrado el camino para ajustar y realinear el organismo del ser humano que se encuentra estresado por diversidad de factores y por lo mismo se encuentra fuera de sincronía.

Este nuevo enfoque ayuda a mitigar los efectos de las enfermedades crónicas. El programa de ejercicio ha devuelto mejoría y calidad de vida a individuos cuyo panorama futuro instalaba a muchos en una silla de ruedas. La recepción de tan valiosa teoría y principalmente los magníficos resultados de su puesta en práctica han abierto a las teorías del Doctor Dardik la puerta hacia otras ramas científicas como son la Fusión en Frío, la Metalurgia y por supuesto inmenso campo en la Medicina.

Alfredo es cálido y sencillo en su trato pero acepta confirmar que el Doctor Dardik ha expresado en diversas ocasiones que el haber contratado a Alfredo ha sido un gran acierto pues su capacidad de trabajo, su talento y su sensibilidad son extraordinarios.
Alfredo Alcántara es el fotógrafo documentalista que mantiene su ojo detrás de la cámara mientras Irving Dardik va dando seguimiento y registro a múltiples casos y como parte medular del equipo del Doctor, Alfredo continúa asombrándose a diario de los exitosos resultados. Han sido ya ocho meses de intensa labor y lo que inició para él si bien como un proyecto cinematográfico atractivo, hoy se ha convertido en algo fascinante pues con su cámara de cine ha tenido el privilegio de ver y conocer aquello a lo que muchos no tienen acceso como lo fue por ejemplo el documentar entrevistas de investigadores en los Laboratorios Científicos de Stanford en Palo Alto California entre otros.

“Jamás pensé que fuera un proyecto de tal magnitud, jamás pensé lo que mi ojo iba a poder documentar,” Alfredo reflexiona.

El fotógrafo documentalista, afirma Alfredo, tiene delante de él una misión, una responsabilidad y un reto al estar frente a una situación en la cual no existe un control de cómo se va desenvolviendo, y en este caso, mi presencia toma parte de una manera más personal por lo que durante el desarrollo de las tomas, de mí dependen ciertas decisiones que serán fundamentales para el curso de la narración y la historia.

La parte íntima y personal del proyecto es una serie de entrevistas a pacientes- historias de lucha y de motivación incansable. Meses atrás – me cuenta- conocí a un paciente que había sido diagnosticado con Parkinson.
Fui a Carolina del Sur y me pasé una semana filmando su vida diaria. Diez años atrás había sido diagnosticado con Enfermedad de Parkinson y su panorama era tan oscuro que de inmediato se dedicó a dejar su vida en orden y la familia puso manos a la obra para modificar la casa con rampas pues el diagnóstico indicaba que la silla de ruedas sería en muy poco tiempo su única manera de moverse. Hoy, siguiendo al pie de la letra el programa de ejercicios del Doctor Dardik, el hombre maneja su automóvil, camina, toma clases de canto y es parte del coro en su comunidad. Las rampas se construyeron pero nunca se utilizaron.

A Alfredo le brillan los ojos diciendo: durante una semana fui y vine con él a todos lados, a su clase de canto, al ensayo del coro y guardo el recuerdo de la emoción con la que me contó y me demostró que hoy día sigue cantando pues lo primero que dejan de controlar la mayoría de los pacientes con Parkinson en una fase inicial del padecimiento son sus cuerdas vocales. Estos son los momentos en que ha valido la pena estar detrás de la cámara pues ella solita contará la historia.

Así platicamos de otros casos más, de niños, de personas mayores, que han abierto su vida personal para que otros puedan conocer el beneficio con base en su experiencia.

Para esto –dice- uno no puede llegar con una cámara y montar un tripié y un set de iluminación. Hay que lograr primero una conexión y generar confianza. Una vez hecha, ellos te abren la puerta y te contarán su historia…es por eso que el trabajo de un documentalista en realidad nunca termina.

El documental estará terminado en la Primavera de 2011 y se presentará en el Festival de Cine Sundance así como en el Festival de TriBeCa en Nueva York.

Nuestra plática nos llevó conversando gratamente hasta la Calle 55 donde concluimos esta entrevista sentándonos a comer una exquisita sopa de cebolla en uno de sus restaurantes favoritos. Platicamos sinfín de anécdotas, acerca de aquellos días soleados en Jurica y principalmente de cómo un sueño ya se ha convertido en realidad.

lunes, 1 de noviembre de 2010

De basura y otras cosas


Hace unas cuantas semanas llegó a mis manos un libro que me atrapó desde la primera página.  Se trata de “Homer y Langley” escrito por E.L. Doctorow.         He de confesar que la historia me llamó la atención al leer la contraportada y cual fue mi asombro al enterarme días después que Homer y Langley existieron y que el autor nos lleva a conocer la vida de los  hermanos introduciéndonos poco a poco en su mundo, en ese mundo que los llevó a encerrarse un día dentro su casa para siempre.  En una entrevista para el diario español El País, el célebre autor  comenta que leyó en los diarios de Nueva York sobre este incidente cuando él era apenas un joven adulto y ya siendo escritor siempre tuvo el deseo de escribir una novela basada en este episodio que a menudo rondaba su mente.   Doctorow manipula así la realidad, cambia el orden en que nacieron los hermanos, alarga sus vidas pero respeta la esencia de cada uno.  


Aquí la secuencia de los hechos:


El 21 de marzo de 1947 policía y bomberos entraron en la casa ubicada en el número 2078 de la 5a. Avenida – esquina con la calle 128 en Manhattan, Nueva York.  Trataron de hacerlo por la puerta principal pero no pudieron. Tampoco por las ventanas pues toneladas de objetos y periódicos lo impedían. Al final, penetraron por un agujero que había en el techo. Los vecinos llevaban varios días sin ver a Langley, el único de los hermanos que salía a la calle. La policía no tardó en encontrar a Homer, el hermano ciego y paralítico, muerto de inanición, entre trampas, objetos y toneladas de periódicos.
Al cabo de dieciocho días encontraron a Langley. En realidad, estaba muy cerca de su hermano. El forense concluyó que iba rumbo a llevarle comida a su hermano cuando una pila de objetos le cayó encima sepultándolo y matándolo; el cuerpo ya estaba irreconocible.
Dejemos la noticia que apareció a ocho columnas en los diarios neoyorquinos y vayamos atrás.
Los hermanos Collyer eran hijos de un reconocido ginecólogo y una cantante de opera.  La familia presumía descender de los Livingston, un apellido renombrado y establecido en la isla de Manhattan allá por el siglo 18.  Los jóvenes Collyer estudiaron en la Universidad de Columbia, uno de ellos la carrera de ingeniería mientras que al otro le brotó el talento para el piano.  Ambos hermanos se caracterizaban por ser un par de excéntricos, el concertista con una larga y ondulada cabellera –algo muy extraño en esa época- y el otro desarrollando inventos innecesarios, como una aspiradora para el interior de los pianos y un generador eléctrico que adaptó dentro de un automóvil Ford Modelo T.
 En 1909 la familia se mudó a una residencia en Harlem donde las familias adineradas habían comenzado a comprar grandes propiedades.  El padre de Homer y Langley, el Dr. Collyer era también considerado un hombre excéntrico pues se decía que para ir a su consultorio en vez de utilizar un automóvil o bien el transporte público, prefería hacerlo dentro de un kayak a lo largo del East River. De regreso a casa cargaba el kayak sobre su cabeza.  E.L. Doctorow narra en el libro que sus padres mueren debido a la epidemia de gripe aviar después de visitar España- (la epidemia fue real, el incidente no). El caso real es que los señores Collyer por alguna razón se mudan dejando a los dos hermanos, ya hombres hechos y derechos viviendo en la residencia de Harlem en Manhattan. 
Poco tiempo después a la muerte de los padres, quedan herederos de las cuentas de banco, de la casa y de todo lo que hay en su interior.  Al poco tiempo, aquella zona de moda para los ricos en Harlem deja de serlo pero los hermanos deciden no mudarse.  El bien raíz comienza a depreciarse y la personalidad de la zona también se deteriora.
Así es como comienzan los rumores, de que existen objetos de valor en la casa y sufren varios intentos de robo.  Su temor va en ascenso y deciden crearse su propia fortaleza además de que Langley aprovecha sus conocimientos de ingeniería y su creatividad para concebir una serie de trampas en caso de ser sorprendidos de nueva cuenta. 
Su situación económica jamás fue mala pues heredaron una gran fortuna lo que les permitió darse el lujo de no trabajar pero deciden no pagar más los servicios que proporciona la ciudad quedándose así sin teléfono, sin calefacción, sin luz eléctrica y sin agua corriente. En 1942 los medios van tras la noticia al enterarse que Langley se rehúsa a pagar el faltante de la hipoteca.  El diario New York Herald Tribune logra una entrevista y Langley confiesa que diariamente compra los 9 periódicos que se publican en la ciudad y no se deshace de ellos pues confía en que pronto Homer su hermano recobrará la vista y así se podrá poner al día de los sucesos mundiales.
 Sí. Aún no lo había yo mencionado, pero el caso es que Homer comenzó a perder la vista poco a poco pues padecía de hemorragias en la parte posterior del globo ocular además de reumatismo.  Su hermano creía haber encontrado el remedio para curarlo de la ceguera haciéndole comer cien naranjas por semana además de pan negro y mantequilla de cacahuate. La presión y el acoso constante del Ayuntamiento continúa por lo que un día Langley decide pagar lo que resta de la hipoteca y hace un cheque por $6,700 dólares (aproximadamente 100 mil dólares actuales). Se dice que entrega el cheque por una rendija de la puerta y se vuelve a encerrar a piedra y lodo. Por un rato, la vida de los Collyer queda en el olvido. 
Los años siguen pasando, y debido al corte de los servicios, en invierno  calentaban el gran caserón de cuatro pisos de la Quinta Avenida con un pequeño calentador de keroseno. Los vecinos veían a  Langley caminar cuatro cuadras cada noche  para traer un par de cubetas de agua.  Muchos aseguran que lo vieron ir a pie hasta Brooklyn para comprar simplemente un poco de pan.   Homer era ya un discapacitado, reumático y ciego, y estaba a expensas de los cuidados que su hermano le pudiera brindar.  En sus largas caminatas Langley traía a la casa una serie de objetos que almacenaba en todas las habitaciones.
Durante su vida acumularon toneladas de periódicos y objetos de lo más variado: diez pianos de cola, coches, maquinas de rayos X, centenares de miles de publicaciones, varios tocadiscos, decenas de miles de libros, miles y miles de discos.
El 21 de Marzo de 1947, la estación de policía de la calle 122 recibió una llamada anónima afirmando la existencia de un cadáver dentro de la casa.  La policía llegó al domicilio pero se enfrentó a una serie de complicaciones para entrar a la propiedad.

 Lograron derribar la puerta pero se encontraron con una muralla hecha de periódicos y apuntalada con pequeñas piezas de metal intercaladas entre cientos de capas de papel lo que hacía de este muro un obstáculo infranqueable.  Pasaron horas tratando de lograr atravesarlo sin suerte alguna.  Todos los ventanales estaban enrejados y ya entrada la noche alguien descubrió la posibilidad de pasar a través de un agujero en el techo de la azotea.  El orificio solo permitía la entrada de un individuo mismo que tardó casi dos horas gateando y arrastrándose entre cajas de cartón amarradas con cuerdas, carriolas infantiles, sombrillas atadas, botellas de vino, catres y sillas hasta llegar a donde se encontraba el cuerpo de Homer, sentado en una silla con la cabeza apoyada en las rodillas y el cabello gris y largo más allá de los hombros. Traía puesta una bata de baño raída.  El forense determinó que la muerte de Homer no tendría más de 9 horas por lo que el olor fétido no provenía de este cuerpo. Inmediatamente se descartó que el móvil hubiera sido asesinato.  Homer había muerto por la combinación de varios factores: desnutrición, deshidratación y ataque cardiaco. 
Ya para esta hora el misterio había atraído a más de mil personas, pero aún no había ninguna señal del paradero de Langley.
En el afán de resolver el caso, la policía se dio a la tarea de revisar toda la casa, removiendo toneladas de basura. Los rumores comenzaron: que alguien había visto a Langley a bordo de un autobús rumbo a Atlantic City; que el hermano había huido  hacia Nueva Jersey; hubo reportes de haberlo visto en nueve estados de la Unión Americana, todos ellos falsos.  La policía continuó vaciando la casa sacando toneladas de objetos y basura. 
Dieciocho días después, un trabajador encontró el cuerpo de Langley a escasos 4 metros de donde había muerto su hermano, su cuerpo devorado y descompuesto.  Se concluyó que Langley venía arrastrándose a traerle comida a su hermano cuando se enrolló en una de sus propias trampas y varios objetos pesados le cayeron encima sepultándolo.  Homer, ciego y paralizado murió de inanición días después. 
La policía y el departamento de salubridad de la ciudad sacaron más de 130 toneladas de basura.  Lo poco que se salvó no alcanzó ni los 2 mil dólares en una subasta.  Ya que jamás se le dio mantenimiento a la casa, el inmueble fue finalmente derribado. 

Homer y Langley se convirtieron en un exponente moderno, rico y extremo del conocido Síndrome de Diógenes, que al parecer, también se conoce en otros ámbitos como Síndrome de Collyer.  Esta patología llamada Disposofobia se refiere a la adquisición excesiva de objetos y la manía de no deshacerse de ninguno, incluso si estos carecen de valor o son insalubres.  No se ha determinado si este síndrome es una condición aislada o viene unida al trastorno obsesivo-compulsivo.   

miércoles, 6 de octubre de 2010

EL CARÁCTER DE UN HOMBRE DEFINE SU DESTINO.-

        Este artículo lleva como título una frase con profundo significado. Además se dice que las experiencias de la primera infancia conforman nuestro carácter y la manera en que nuestra vida se desarrolla. Un mal comienzo puede por supuesto truncar el futuro de un individuo pero hay quienes no han nacido con estrella como comúnmente se dice y sin embargo sus logros han sido extraordinarios.  Muchas veces, una niñez dichosa ha echado a perder una existencia prometedora.
Leonardo Da Vinci se ha convertido en el modelo de un genio solitario y hombre del Renacimiento.  Al igual que con Shakespeare, el mundo conoce su obra a detalle pero poco se habla acerca de su vida personal.   Leonardo fue hijo ilegítimo de un notario y una esclava de origen árabe.  Su padre jamás quiso reconocerlo y los códigos sociales le impidieron entrar a la universidad o a una profesión respetable dada su condición de hijo bastardo. 
Fue por esto que su reacción fue recluirse en un mundo personal rodeado de observación, creaciones y descubrimientos.   La clave para comprender su genio creativo no ha sido a través de su pintura sino de sus apuntes.  Su curiosidad nunca tuvo fin. Literalmente se dedicó a separar las piezas del rompecabezas del mundo de la antigüedad dejando pruebas fehacientes en sus cientos de cuadernos.   Leonardo abrió y estudió más de treinta cadáveres sin motivación médica alguna sino simplemente para comprender el funcionamiento del cuerpo humano y poder dibujarlo con mayor exactitud.   De sus cuadernos brotó una larga lista de inventos, algunos fantásticos otros simplemente prácticos: el primer tanque, el primer paracaídas, un mecanismo para hacer espagueti, para afilar cuchillos, para rebanar huevos, una prensa para ajos.  En sus cuadernos también quedaron registrados sus estudios explicando como se puede calcular la edad de un árbol a través de los anillos en el tronco y pudo explicar porqué el cielo es azul trescientos años antes de que Lord Rayleigh descubriera la dispersión molecular.
Leonardo fue un hombre al que no le importó la aceptación de los demás. Fue vegetariano simplemente porque tenía empatía hacia los animales y pese a que recibió encargos de los más grandes y poderosos hombres de Europa, jamás terminó un solo proyecto.  Lo que a él le importaba era la libertad para hacer lo que quisiera y sentir que controlaba su vida, una carencia que sintió por ser un niño abandonado.  Giorgio Vasari, biógrafo de los pintores escribió : Leonardo era un hombre de logros, y gente como él rara vez se mantiene pasiva esperando a que las cosas ocurran. Al contrario, son individuos que hacen que las cosas sucedan.
Leonardo fue un genio brillante pero no por eso infalible.  Las tijeras, el helicóptero y el telescopio no fueron inventados por él como se cree.  No sobresalió en matemáticas y manejaba principios básicos de geometría.  La mayoría de sus observaciones no han prevalecido con el paso del tiempo.  Creyó que la superficie de la luna estaba cubierta de agua y por eso resplandecía con el brillo del sol y que la salamandra no tenía aparato digestivo sino que se alimentaba de lumbre.  También pensó que sería una espléndida idea pintar La Ultima Cena directamente sobre un muro de cal.  Al poco tiempo de morir, su fama se ligó a las 30 pinturas terminadas y por ende no tuvo impacto en el progreso de la ciencia. Fue hasta el siglo diecinueve cuando sus cuadernos fueron completamente descifrados que se averiguó su contenido revolucionario.  

Especulando acerca de los efectos de una infancia difícil, Sigmund Freud encabeza la lista.  En 1910 escribió la biografía de Da Vinci basándose en un recuerdo de infancia que Leonardo dejó escrito en uno de sus cuadernos:
Al estar dentro de mi cuna, una cometa bajó y me abrió la boca con su larga cola golpeándome los labios una y otra vez.
De esta línea, Freud desarrolla un relato extraordinario relacionado con recuerdos y memorias reprimidas del pecho materno, los simbolismos egipcios antiguos y la enigmática sonrisa de la Mona Lisa y concluye que Leonardo era homosexual pues se sentía secretamente atraído hacia su madre.  Hoy día la interpretación suena trillada pero en aquel tiempo fue sumamente original y atrevida.  Como siempre, Freud desmenuza algunas teorías interesantes como el hecho de que el abandono de su padre hizo que Leonardo abandonara a sus “hijos” (sus pinturas) a cambio de dedicarse a la investigación puramente científica y que su reclusión fue la manera de aislarse del miedo que le producía la figura paterna.   
Si Freud encontró la clave del comportamiento de Leonardo fue probablemente porque ésta fue la misma obsesión clave en su propia vida.   A Freud no lo abandonó su padre pero se sintió siempre profundamente traicionado por él.  Jacob Freud era un comerciante textil cuyo negocio cayó en bancarrota cuando Sigmund era un niño. De una vida relativamente acomodada en Moravia se mudaron de un día para otro a un vecindario judío en Viena.  El joven Freud resentía la mediocridad  de su padre; el hecho de que no pudiera mantenerse en un trabajo además de que éste era su tercer matrimonio.  Siendo un lector precoz  hizo de Aníbal, de Cromwell y de Napoleón sus padres sustitutos. 
Cuando cumplió 10 años se le permitió escoger el nombre para su hermano menor para el cual eligió Alejandro por Alejandro el Grande.  Más adelante bautizó a su hijo como Oliver por Oliver Cromwell.  Por contraste, adoraba y era adorado por su madre, pero la devoción materna no quedó exenta de problemas pues de acuerdo a sus escritos, a los 2 años su libido se despertó al ver a su madre desnuda en un tren. Desde allí Freud le tomó fobia a los trenes y por supuesto experimentó de primera mano una de sus más famosas teorías, el Complejo de Edipo – el deseo reprimido de matar al padre para tener relaciones sexuales con la madre.   A partir de ese momento el sexo dominó la vida de Freud de una forma u otra.  En la Escuela de Medicina de Viena su primera investigación giró en torno a descubrir la vida sexual de la anguila. 
Después de diseccionar más de 400 especímenes no pudo encontrar evidencia alguna que la anguila poseía testículos. Pero fue gracias a esto que surgió la ciencia del sicoanálisis.  Frustrado por los animales marinos se dedicó a la neurología y comenzó a desarrollar teorías que lo harían famoso.   Eso era algo muy importante para él.
Como joven médico, a Freud siempre le preocupaba la idea de convertirse en un héroe tal como los personajes que más admiraba.  Una vez le manifestó a su prometida que acababa de destruir 14 años de investigación escrita para oscurecer los detalles de su vida, confundir a sus futuros biógrafos y así ayudar a crear el propio mito de su vida.
Casi siempre se concluye que Freud relacionó toda la sicología humana con el sexo y esto es solo en parte justificable pues fue sorprendente descubrir que perdió su virginidad hasta que se casó a la edad de 30 años.   Dicho por él, su actividad sexual fue mínima. Prefería mantener a las mujeres a distancia brindándose él mismo tranquilidad emocional.   A los veinticinco años forjó una íntima amistad con otro estudiante y de allí en adelante Freud mantenía amistades con hombres que se podrían describir como romances y enamoramientos con una distancia de por medio. 
El ejemplo más famoso de esto fue su relación con Carl Jung.  Al principio de la amistad podían pasar hasta trece horas caminando y discutiendo sus teorías pero tiempo después ambos comenzaron a sentirse paranoicos: Freud creía que Jung subconscientemente lo quería asesinar para tomar su lugar y por otra parte Jung sospechaba que se estaba enamorando de Freud.  En 1913 se terminó la amarga relación dejando a Jung en un estado prácticamente sicótico por casi 5 años.  
Para un hombre que elaboró sinfín de teorías acerca de la familia, Freud no fue un padre atento o cariñoso.  Además  afirmó que un  hijo siempre deseaba competir a muerte contra el padre por lo que prohibió a los suyos estudiar medicina y menos sicología.  Por el contraste, se dedicó a sicoanalizar exhaustivamente a Anna su hija.
Freud sufrió durante toda su vida de depresión y paranoia.  Por recomendación de su terapista, trató de controlar sus cambios de humor utilizando cocaína pero cuando se comenzó a saber que esta droga causaba adicción se dedicó mejor a fumar  habituándose a fumar hasta veinte cigarrillos al día.  Esta fue la causa de su muerte pero no antes de haber sufrido una lenta agonía y treinta operaciones por Cáncer oral.
Cercano a su fin hubo que extirparle la mandíbula superior y parte del paladar y colocarle una placa para poder comer y hablar.   Sin inmutarse,  inventó colocarse una pinza de ropa para poder detener el cigarro.   Murió tres semanas después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. 
Al final Sigmund Freud obtuvo lo que había deseado desde su infancia: conseguir el estatus de héroe y la fama universal pero no de la forma en que él siempre se lo había imaginado.  
Así como concluyó que la vida de Leonardo se basó en el deseo de mantener a distancia la sensualidad de la pintura y en su lugar refugiarse en el estímulo intelectual de la ciencia,  él estaba puramente convencido de que con el sicoanálisis se alejaba de la neurosis del arte para fundar una ciencia nueva.   La verdad es que pese a que cualquiera que recibe terapia hoy día le debe mucho a los métodos Freudianos, sus grandes teorías no tienen suficiente sustento y se lee mejor como un escritor/detective que logra juntar toda la evidencia para encontrar una ingeniosa solución y no como un científico práctico.  En narrar y describir, Freud no tiene igual, pero no existe historia alguna de vida que se pueda ser contada fácil y claramente.  Tal como Voltaire lo dijo un día:  El hombre siempre estará loco, y aquel que diga que lo puede curar está aún más loco que él. 

Desafortunadamente, Freud no conectó sus teorías y pensamientos con otro gran genio de niñez difícil como fue Isaac Newton.  Al igual que Leonardo, Newton se aisló y creó su propio mundo construyendo e inventando. 
Odiaba la escuela y era maltratado por otros niños.  Pasó por la escuela y universidad con mediocridad según los estándares académicos de la época pues se pasaba ensimismado leyendo a Descartes, Copérnico y Galileo .  Cuando la epidemia de peste en 1665 lo forzó a regresar a la granja familiar, pasó el siguiente año y medio descubriendo las leyes de la gravedad y el movimiento, formulando teorías del color y cálculo que cambiaron el mundo para siempre.  Sus descubrimientos en mecánica, matemática, termodinámica, astronomía, óptica y acústica lo han hecho uno de los científicos más reconocidos y su libro Principia Mathematica (1687) es el libro más importante el la historia de la ciencia. A los 26 años fue elegido Catedrático Lucasiano de Matemáticas en Cambridge (un reconocimiento que se le otorgó desde hace 30 años a Stephen Hawking)
Newton era un hombre extraño. Su comportamiento obsesivo sugiere un diagnóstico de autismo leve o Síndrome de Asperger.  Era un hombre paranoico. Se cuenta que mantenía una caja llena de monedas en su ventana para comprobar constantemente la honestidad de aquellos que trabajaban para él. 
Existen conexiones evidentes de la personalidad de Newton con la reclusión de Leonardo y con la distracción de Einstein. Los tres fueron hombres que se tomaban muy en serio ellos mismos. Los tres pudieron haber padecido de singularidades neurológicas, los tres carecieron de una educación formal.
 De los tres, Newton fue el de la niñez más difícil y por lo mismo no le fue sencillo entablar amistades. La gente lo consideraba frío, austero y exasperante.  Su talante se exacerbaba con la menor crítica de su trabajo. 
Newton llevaba paralelamente una segunda vida. Fue un alquimista profesional y de los 270 libros en su biblioteca, más de la mitad eran relacionados con la alquimia, el misticismo y la magia.  En el siglo diecisiete, la alquimia se consideraba una herejía y en secreto le dedicó horas de su vida a tratar de descifrar cuando sería el fin del mundo de acuerdo al Libro de las Revelaciones, tratando de descifrar las profecías en el Libro de Daniel y haciendo una relación cronológica de la historia de la humanidad en relación con el ciclo de vida de la langosta (insecto).
   Así como Freud deseaba ser recordado como un célebre científico, Newton quería serlo por medio de sus teorías religiosas.  Después de su  muerte, su familia descubrió varios arcones llenos de millares de notas y dos libros completos.  Estaban tan avergonzados que destruyeron muchos y escondieron otros tantos sin confesar su existencia. Una buena cantidad de ellos salió a la luz hasta el año 1936.    Sus escritos místicos y religiosos nunca le hicieron perder la perspectiva pues de no haber sido así, jamás hubiera hecho su más famoso descubrimiento: la prueba matemática de la existencia de la gravedad.



martes, 24 de agosto de 2010

La Cultura de la Cerveza



 Es difícil determinar en donde se elaboró por primera vez la cerveza.  Ciertamente ya se bebía en el valle del Tigris y el Eufrates en el año 4000 antes de Cristo y en las leyes babilónicas del año 2300 A.C. se asentaba que se castigaría con la hoguera a cualquier sacerdotisa a la que se le sorprendiera saliendo de un recinto cervecero.   Se dice que fue el Dios Osiris o Isis su mujer quienes la crearon en Egipto en el año 2017 ya que la cerveza se convirtió en una parte importante de la alimentación del pueblo egipcio.

Tampoco se sabe si los habitantes de las islas británicas ya la elaboraban antes de la invasión romana, pero lo que se confirma es que la bebían cuando los romanos partieron y ya comenzaban a elaborar diferentes variedades pues se puede comprobar en antiguos manuscritos.

En ese tiempo se bebía en tazas y recipientes de vidrio pero el arte de fabricar vidrio de repente se perdió y se cambió a beberla en vasijas de barro y cuernos de animal. Se han encontrado también recipientes fabricados en cuero cuyo fondo era circular para poder asentarlos sobre una mesa.  Existían también tarros con capacidad de un litro pero divididos en ocho partes en su interior para que cada individuo bebiera una parte proporcional cuando el tarro pasaba de mano en mano. De aquí proviene la frase “echarse un trago”. 
Durante la Edad Media la cerveza se transportaba en alforjas hechas de cuero y tratadas por dentro con alquitrán o algún tipo de resina.  Es curioso mencionar otro receptáculo conocido como el “Bombarder” que podía almacenar 7 u 8 litros para un bebedor con mucho estómago.
En el año 1266 se tomó la decisión de regular el precio de la cerveza de acuerdo al costo de la cebada.  Es interesante notar que en aquellos días la cerveza era la bebida para la población en general. La servidumbre por ejemplo bebía medio litro de cerveza y una pieza de pan para desayunar. De hecho quedó registrado que justo después de la invasión normanda, el monasterio de la catedral de San Pablo en Londres contaba con una ración per cápita de 120 litros por semana.   Este gigantesco consumo de cerveza parece extraño hoy día pero hay que recordar que en aquellos tiempos en Europa no existía ninguna otra cosa para beber.  El té, el café y el chocolate no se conocían y el agua simple era factible de beberse siempre y cuando uno viviera cerca de un manantial natural o arroyo.  Además hay que recordar que la alimentación no era tan vasta ni tan variada y la cerveza era una fuente nutricional y energética por lo que era básica y necesaria para la vida cotidiana.
No fue sino hasta que llegó al trono de Inglaterra Carlos I  que se le añadió un impuesto mismo que aumentó cuando su hijo Carlos II heredó la corona. 
Lo que no se sabe a ciencia cierta es cuando comenzó a fabricarse con un proceso de maceración, filtración previa y cocción del macerado pero la denominación “cerveza” ya circulaba como nombre genérico a principios del 1500.  En 1516 el duque bávaro Guillermo IV aprobó la famosa “Ley de Pureza” de la cerveza que limitaba los ingredientes permitidos en su elaboración a tres: cebada o trigo, lúpulos y agua. En este tiempo se desconocía la acción de la levadura. El lúpulo es el ingrediente responsable del amargor de la cerveza y se utiliza para compensar el excesivo dulzor proporcionado por la malta además de poseer excelentes cualidades aromáticas.
La primera cerveza embotellada en Inglaterra se produjo en el siglo XVII, una cerveza negra sumamente fuerte que se nombró “Stout” .
Hasta mediados del siglo XV la mayoría de la cerveza era de elaboración casera.  En un párrafo del libro titulado “El ama de casa inglesa”, se lee el siguiente pasaje:  Es un requisito importante que el ama de casa tenga suficiente práctica y experiencia para elaborar la bebida de malta ya que ésta es una necesidad básica para alimentar y sostener a la familia.
Esto daba como resultado que la elaboración casera fuera primordial y la elaboración comercial fuera hecha en pequeña escala pues se sabe que en 1585 solamente existían 26 cervecerías comerciales en Londres y sus alrededores.  No obstante, cuando a principios del siglo XVII apareció el té  llegado del Lejano Oriente, éste se convirtió en una de las bebidas favoritas de ricos y pobres y la elaboración de cerveza casera comenzó a disminuir.

Veinte años después de la caída de Tenochtitlan se fundó en Nueva España la primera fábrica de cerveza del continente americano.  En 1542 se firmó un tratado que se concedía este permiso con la condición de la Corona española recibiera un tercio de las ganancias. La producción de cerveza en Nueva España no se desarrolló como se esperaba pues en aquella época existían varias bebidas de origen anterior a la Conquista como el pulque, aguardientes, vinos de caña, pozoles, ponches, tepaches y vinos de mezquite. En 1802 sin embargo, el barón de Humboldt afirmó que entraron por la aduana del Puerto de Veracruz 71, 806 botellas importadas.  Tres años después de la proclamación de la Independencia (1810) los asuntos relacionados con la cerveza se debatieron en el Congreso Legislativo pues hubo un par de ingleses que reclamaban el privilegio de elaborar esta bebida, el caso de Miguel Ramos Arizpe quien afirmó que la cerveza ya se fabricaba en Puebla y en Texas y el de un hombre de apellido Tuallion quien decía tener la exclusividad en la elaboración de la bebida pues comercializaba la cerveza más popular llamada “del Hospicio de Pobres” pues su fábrica se ubicaba en la calle Revillagigedo donde por muchos años estuvo una institución dedicada al auxilio de los indigentes. De esta manera pasó una larga lista de individuos, suizos, alsacianos e ingleses hasta que a finales del siglo XIX la Cervecería Toluca y México comenzó a fabricar cerveza lager.  Con el tendido de las redes ferroviarias, se importaron maquinaria y malta de Estados Unidos y se instalaron fábricas de hielo y en 1891 se fundó la Cervecería Cuauhtémoc en Monterrey . A mediados del Porfiriato, el desarrollo cervecero se extendió al sureste y se fundó la Gran Cervecería Yucateca.  Al comenzar el siglo XX la cerveza mexicana era un poco más clara que la norteamericana ya que empleaban en su elaboración entre 15 y 30% de arroz. La mayoría se vendía embotellada y casi toda la malta era importada de Alemania y Estados Unidos con excepción de 2 cervecerías, La Toluca y La Perla quienes la producían. La Cervecería Modelo se fundó en 1925.

Dejemos a un lado los grandes consorcios cerveceros para revisar dos casos particulares: Uno es el Rancho Vogelsang (Canto de Pájaro) en la República Checa.  Ubicado en el sur de la región de Bohemia (a tres horas de Praga) donde se encuentra también la cervecería Budweiser Budvar. ( de aquí se inspiraron los norteamericanos para bautizar su cerveza con el mismo nombre).  Budweiser es un estilo- un estilo que se perfeccionó en Bohemia y es hasta hace un par de años que los norteamericanos pudieron probar realmente el producto verdadero pues ni el Rancho Vogelsand ni Budweiser Budvar estaban interesados en promocionar su producto hacia Norteamérica  Los habitantes de Bohemia se han esmerado en lograr la perfección desde 1842 y es por eso que en cada pueblo existen cervecerías locales cada uno vanagloriándose de su exclusivo sabor. .   Sin embargo hoy existen varias cervecerías “artesanales” en los Estados Unidos que están fabricando finísimos ejemplos de cervezas Pilsner, dorada, amarga, con sabores nítidos que se almacena en frío, lo que se denomina “lager” para mantener su tersura. La cerveza “lager” es considerada la más compleja para elaborar pues puede tomar toda una vida el afinar y lograr su color, efervescencia, balance, suavidad y vigor lo que nos lleva a otro caso interesante: la Cerveza Gitana, utilizando el adjetivo como algo o alguien que va de un lugar al otro.  En el estado de Maryland se ubica la Cervecería Artesanal Stillwater pero el maestro cervecero anda siempre fuera.  Para conversar con él, un reportero tiene que llevarle el paso entre bosques y prados.  Brian Strumke, presume que solamente hay tres “maestros cerveceros gitanos” en el mundo.  Como un predicador itinerante de la antigüedad, viaja de cervecería en cervecería, de Bélgica a Baltimore propagando el evangelio del arte cervecero artesanal.  Con frecuencia descubre cervecerías que de entrada no lo toman en serio pero días después le rentan provisionalmente su espacio donde el maestro cervecero utiliza sus propias recetas y crea lotes de edición limitada.  No es que ahora esté de moda convertirse en un gitano cervecero. Lo que está de moda es acudir a restaurantes y bares donde se promueven y se sirven estos tipos de cerveza que ahora van apareados de acuerdo con el platillo que el comensal ordena, algo así como la recomendación de un “sommelier” si así pudiéramos llamarle. (El Programa Cicerone es la versión del Sommelier de vinos pero en el mundo de la cerveza). En el panorama restaurantero de los Estados Unidos así como en revistas especializadas se ha reportado que lo hace especial al Gitano Strumke es que durante el tiempo que le toma concebir y elaborar  una nueva cerveza, siempre está pensando en la comida. Sus mezclas y ediciones limitadas son ya tan disputadas que se ha ganado la confianza y admiración de grandes cervecerías que ponen a su disposición su infraestructura invitándolo a trabajar en ella . La cerveza gitana se describe ahora con un vocabulario de imágenes : el aroma de la grosella, los cítricos brillantes, el toque de hierbas y verdor del bosque…
La cerveza artesanal va ganando terreno poco a poco en el país de la “Bud” y la “Coors”. El año pasado lograron obtener el 7% de las ventas de cerveza producida localmente.  Incluso algo muy curioso se ha observado en los viñedos de Napa y otras regiones de Norteamérica: al final de la jornada se puede observar a los trabajadores y productores bebiéndose una Pilsner bien helada y no una copa de vino.






lunes, 26 de julio de 2010

SERIE DE VERANO - MAESTROS DEL ARTE Rembrandt: un espíritu invencible.


Rembrandt murió en el año 1669.  Los estudiosos de la Historia del Arte marcan su deceso como el del último de los gigantes –golpeado pero invencible y el más apegado al corazón humano. Como si hubiera deseado llevar una bitácora del esfuerzo y las derrotas de un individuo, Rembrandt se autorretrató  una y otra vez. 
Su rostro es sumamente reconocible: de joven un poco ufano por sus primeros logros, de viejo con arrugas suaves, ojos con vista cansada y muchos litros de ginebra holandesa.   Sus cuadros, aunque con temas intrínsecamente holandeses -regionales jamás dejarán de fascinar a los especialistas en arte.
Rembrandt nació en Leyden en 1606. Su padre era un artesano próspero que molía malta para la elaboración de cerveza; su madre, hija de un  panadero fue una mujer con inteligencia mayor que la promedio.  Tuvo 4 hermanos mayores, todos mediocres, y una hermana que fue siempre su consentida.    Como era el hijo menor, jamás le destinaron actividades cotidianas y monótonas. Su madre –que tenía inmenso temor a Dios- le leía pasajes de la Biblia constantemente creyendo que tal vez un día el muchacho se convertiría en un gran predicador o bien si no escogía ese camino, entonces tal vez estudiaría para ser médico, por lo que a los 14 años lo inscribieron en la Universidad de Leyden pero fue una mala decisión pues el chico se aburría con los libros, aprendiendo Latín y se pasaba llenando sus cuadernos con dibujos y bocetos.
 Al término del año académico  decidió abandonar la universidad y apuntarse para trabajar con un pintor de la zona.   Como artista de gran magnitud, demostró su extraordinaria capacidad desde muy jovencito por lo que tres años después lo enviaron a Amsterdam a estudiar bajo la tutela del reconocido pintor Lastman quien resultó ser un engreído pretencioso que Rembrandt al poco tiempo abandonó, no sin antes haber explorado una nueva técnica de iluminar haciendo que los claros y los oscuros se contrastaran extraordinariamente.  El método era un invento de los italianos pero Rembrandt lo estudió, lo modificó y lo refinó de tal manera que lo convirtió en sinónimo de su nombre.
Antes de cumplir la mayoría de edad ya se había convertido en un pintor famoso en su pueblo y en el círculo artístico regional. Contrario a lo que otros pensaban,  el reconocimiento  hizo que se esforzara aún más y de día trabajaba arduamente en su pintura y de noche en sus grabados. 
Una vez que comenzó a recibir ingresos sólidamente se mudó a Amsterdam  que en ese tiempo era una comunidad en ebullición, ordenada y con oportunidades de trabajo para muchos y de inmediato el gremio de los cirujanos le encargó una pintura.   Este cuadro es el que conocemos como La Lección de Anatomía – siete médicos barbones y su profesor- todos alrededor de un cadáver.
Los siguientes diez años fueron sumamente fructíferos pues no solamente era el pintor favorito y un hombre con recursos sino que tampoco tenía competencia.    
Rembrandt se casó con una hermosa rubia llamada Saskia Van Uylenborch amante de las sedas y las joyas. El pintor a su vez no podía resistirse cada vez que le ofrecían una antigüedad o pieza de arte italiano por lo que el dinero que ganaba al vender sus lienzos era puesto en circulación inmediatamente.
Durante estos años tan productivos, el matrimonio tuvo tres hijos mismos que murieron muy pequeños. No se sabe si estos episodios fueron los que instaron a Rembrandt a mudarse a una casa en el gueto para poder estudiar de cerca de los refugiados que le parecían idénticos a los personajes de las historias dramáticas que su madre le leía en el Antiguo Testamento.
Nació el cuarto hijo y vivió para deleite de su padre pero su Saskia falleció al poco tiempo.  Su pena era enorme y a ella se le agregó el que su lienzo “La Ronda de Noche” fuera rechazado rotundamente.  Los espadachines y aventureros proclives a meterse en toda clase de problemas bajo la protección del manto nocturno era un tema demasiado atrevido para la clientela conservadora del pintor y con esto Rembrandt perdió prestigio y admiración de un solo tajo.  Sin importarle lo que de él se decía siguió pintando haciendo de ésta la etapa el tiempo donde creó sus más grandiosos lienzos y grabados.

Pero a partir de este momento, su vida se convirtió en una eterna carrera contra el tiempo. Le dejaron de hacer encargos, necesitaba dinero, pedía prestado pero no tenía como pagarlo y llegó el embargo; se declaró en bancarrota y su casa junto con todos sus efectos personales pasó a manos de un zapatero.  El desalojo de ninguna manera lo limitó pues invitó al dueño de la casa de remates a tomarse unas cuantas copas con él y para la medianoche había ya conseguido que éste le prestara una prensa de grabado con la que continuó trabajando pese a que sus compradores se aprovechaban de él dadas sus condiciones de miseria y la zona paupérrima donde vivía. Endeudado completamente tuvo que depender en absoluto de su hijo pero la luz de su genio creador era cada vez mayor.  En la mayoría de los casos cuando un hombre va en picada, su espíritu lo hace de igual manera pero el caso de Rembrandt ha sido digno de admirar ya que pese a sus numerosas aflicciones, siempre demostró aplomo – la malicia o el resentimiento jamás formaron parte de su esencia. 
Rembrandt se dedicó a pintar retratos de hombres, mujeres y niños pero no para reproducir su parecido sino para mostrar como el semblante refleja la resignación, el asombro y la tragedia de lo que llamamos ligeramente el lado íntimo o el alma.
No hay rostros dichosos en su pintura, tal vez una es la excepción- la pintura que hizo cuando él y Saskia se unieron en matrimonio.   Con su paleta reconstruyó las facciones humanas como si su oficio hubiera sido siempre el de traducir en ellas los equivalentes del color, el claro y el oscuro transfigurados para así obtener mezclas misteriosas de resplandor y sombras.
Su primer modelo fue él mismo, un hombre de cuello grueso frente a un espejo. Su último modelo fue también él mismo, un viejo al que plasmó con pinceladas gruesas y con una expresión grotesca como si se estuviera mofando de los que trataron de derrotarlo.    Logró convencer a su padre que posara para él y lo pintó como un molinero de piel arrugada vestido con una túnica y turbante, su hermana fue retratada como una virgen o dama de clase y su madre como la misma efigie de la frugalidad y la templanza.  
Ya cerca de sus últimos días los cuales pasaba entre tarros de pintura y ginebra, afectado físicamente por la enorme tristeza y el cansancio,  pintó el lienzo conocido como Los Síndicos de los Pañeros.  Tal vez inconscientemente, Rembrandt pintaba a todos sus modelos, hombres y mujeres como si sus rostros estuvieran avejentados pues para él la experiencia y el sacrificio de la vida se retrataba directamente en sus rostros.  Al pintor le gustaba pensar que cada individuo puede conquistar sus problemas y aflicciones de una manera u otra y que sus retratos representan lo mejor que la raza humana puede ofrecer una vez que se ha despojado de los atavíos del materialismo y las falsas pretensiones. 

domingo, 27 de junio de 2010

Serie de Verano #3 Cinco Pintores Norteamericanos

                       Era el inicio del siglo XX y los pintores norteamericanos mantenían la cabeza baja frente a los grandes maestros europeos. Algunos incluso se habían convertido en copia burda de los franceses bohemios.  Sin embargo un nuevo movimiento cobró impulso.  Sus fundadores fueron cinco hombres cuya obra no solo les brindó prestigio y notoriedad sino que puso fin al permanente servilismo provincial . 
Estos hombres fueron: Charles Burchfield, Thomas Hart Benton, Grant Wood, John Steuart Curry y Reginald Marsh, todos ellos norteamericanos independientes que trasladaron sus lienzos al aire libre lejos de la opinión y jurisdicción de los estetas y fanáticos políticos, acercándose a la gente común y corriente.

                      El pionero en la rechazar la constante copia europea fue Charles Burchfield, hijo de un sastre en el estado de Ohio.  De modales hoscos, talentoso, de esas personas que no tomaban nada como un hecho; habitante del  centro de los Estados Unidos, con el don de interpretar la melancolía y ver de un solo golpe lo duro a la vez que lo sutil de su entorno.  Burchfield vivió en un ambiente rústico, rodeado de tierras de cultivo y pueblos monótonos que raramente se aprecian.  Pero la vida cotidiana del área central de su país le dejó una marcada impresión para el resto de su vida pues a diario hacía caminatas sin rumbo fijo observando los hábitos de hombres y mujeres, la miserable arquitectura, los larguísimos trenes y los campos despejados; los granjeros y sus mujeres de mirada triste, su monótona vida social en sus lamentables y desgastadas viviendas.
En su adolescencia, Burchfield asistió a una escuela de arte en Cleveland y poco antes de cumplir 30 años exhibió en Nueva York una colección de acuarelas de sorprendente originalidad.  Pintó el campo tal como lo sentía en su sangre – su manera de concebir el ambiente del centro de su país sin mirar por el cristal color de rosa del Impresionismo francés.  Sus temas y modelos eran característicamente antiestéticos, pero su pincel era franco y su experiencia le había enseñado que la vida rara vez es encantadora y tradicional.  Bajo la soledad y monotonía que pertenecen al campo, descubrió la nobleza del esfuerzo y su cruda e inquietante grandiosidad.  Charles Burchfield pintó pueblos en invierno, al inicio de la Primavera, las cosechas del Verano, el arado del Otoño. Estudió el campo así como otro artista hubiera estudiado a fondo la anatomía humana.
Pasó los últimos años de su vida en las afueras de Búfalo Nueva York creando obras cada vez más ricas y poéticas y extrajo de la vida norteamericana un arte que nació propiamente de sus brochas y pinceles. 

                     El artista mas prominente, vigoroso y versátil de este grupo fue Thomas Hart Benton, nacido en Missouri en 1889, hijo y nieto respectivamente de un congresista y un senador norteamericanos. El campo donde transcurrió su infancia fue muy parecido al de Huckleberry Finn pero tuvo la ventaja de pasar los inviernos en Washington y de hacer una buena cantidad de viajes.  A los 19 años se trasladó a Paris y  después de convivir 5 años con los artistas y bohemios de la “Rive Gauche” volvió a tomar residencia en Nueva York como un verdadero desadaptado.  Unos cuantos años después regresó a vivir a la campiña de su infancia donde descubrió la verdadera naturaleza de su talento y habilidades.  Una vez al año Benton hacía una excursión con rumbo a los sitios más recónditos de la Unión Americana.  Con una mochila y sus materiales de dibujo viajaba a las zonas industriales, y a los rincones y recovecos de montañas y bosques.  Captó claramente a individuos en distintos estratos sociales quienes le brindaban posada, intercambiaban anécdotas y posaban para el artista.  En el curso de sus periplos amasó un caudal de notas, bocetos y dibujos de vaqueros, alpinistas, maestros universitarios, campesinos, políticos, violinistas, poetas, predicadores, todos extraídos de la vida real, resistentes al tiempo y listos para ser después transportados a múltiples lienzos en óleo y acrílicos.
Benton ejecutó cuatro murales de importancia sumamente significativa para la pintura contemporánea que se encuentran en Nueva York, en Indiana y en Missouri , los cuales fueron epicentros de grandes controversias.  La razón de ello fue que el pintor desobedeció descaradamente los convencionalismos existentes para la pintura mural- las delicadas bellezas perseguidas por los sátiros y las diosas ridículas envueltas en paños semi transparentes.
En su lugar pintó escenas contemporáneas, escenas de crimen y violencia, de conflictos agrarios, de huelgas industriales, la vida nocturna en las ciudades; y las pintó de cuerpo entero, con un dinamismo desconocido para el arte desde el tiempo de la pintura holandesa. 

                             El otro artista nacido en el centro de los Estados Unidos – en una granja del estado de Kansas en 1897 fue John Steuart Curry.  Del duro trajín de su vida cotidiana aprendió acerca de la siembra y el ganado y desde pequeño se encariñó inmensamente con todo tipo de vida animal.  Vivía en una región de impredecibles cambios climáticos y diariamente escuchaba hablar acerca del clima y de las fuerzas destructoras de la naturaleza.  Pese a su corta edad se percataba del terror y la aprehensión de los granjeros y campesinos así como también aprendió a gozar su humor y el disfrute que venía cuando llegaban las lluvias de Primavera, los granos maduraban y el trigo y el maíz se encontraban ya resguardados.  De niño retrató la vida íntima de la granja y ya de artista maduro pintó los mismos temas, regalando al arte obras simplemente memorables.   En todos sus lienzos, murales, litografías e ilustraciones para libros, Curry plasmó realidades directamente percibidas y estudiadas pero durante su proceso creativo la objetividad se entremezclaba con sentimientos y recuerdos.  Su paisaje titulado “La Tormenta” (The Line Storm) es una obra maestra donde la tierra se convierte en un personaje aterrador.  El artista pasó los últimos años de su vida en Madison ejerciendo el cargo  de Artista/Pintor-Residente en la Universidad de Wisconsin.

                                    A su muerte en 1942, Grant Wood ya era una institución nacional. Había cumplido 50 años.  Nació y vivió toda su vida en Iowa salvo un par de viajes cortos a Europa y es importante tomar en cuenta que su reconocimiento no partió de haber vivido y promoverse en Nueva York, lo que ya es un logro en sí.
Nació en la extrema pobreza pero con un colosal talento para los menesteres y artes manuales con lo cual probó trabajar en albañilería, herrería y todo el demás abanico de oficios manuales.  A los 15 años ya era consumado pintor, maestro de escuela y una influencia poderosísima en el arte regional lo que para él significaba simplemente pintar temas con los que uno ha crecido y uno entiende.  Antes de descubrirse él mismo, Wood pintaba hermosos paisajes impresionistas de tal forma que las tierras y pastizales de Iowa se llegaban a parecer a la campiña francesa, pero su destreza manual y su sentido común eventualmente dominaron y en su relativamente corta vida produjo retratos considerados de los mejores en Norteamérica.  Su hermana y un dentista posaron para el lienzo conocido como “Gótico” (American Gothic) el mayor ejemplo de su aguda e irónica interpretación.

                                  Un pintor cuyo nombre comenzó a sonar después de la Primera Guerra Mundial fue Reginald Marsh. Su estilo llama la atención porque se dedica exclusivamente a pintar el acontecer urbano.  De inmediato hizo evidente su estudio de los aspectos más modestos y sencillos de la vida metropolitana. Muchos artistas habían retratado Nueva York en aquel entonces llevados por su magnitud, vitalidad y opulencia, pero ninguno se había percatado de lo minúsculo con tanto afecto como lo hizo Marsh.   Este hombre amaba lo que sucedía a diario a partir de la calle catorce y hacia abajo, y lo observó aguda y afectuosamente.  Los pequeños grupos sociales no le interesaron jamás, pero quienes lo inspiraban eran las chicas que se divertían en el malecón de Coney Island, o las artistas del burlesque por ejemplo.
Su filosofía era que un artista no puede tener muchos hierros en el fuego porque su energía tiende a disiparse y por lo mismo, se concentró siempre en unos cuantos temas.  Sin embargo, aceptó pintar un monumental fresco para edificio de Aduanas del Puerto de Nueva York, una fabulosa representación de la llegada de los trasatlánticos, el congestionamiento de las plataformas de llegada y salida, viajeros, equipaje y despedidas- uno fantástico mural del siglo XX. 

martes, 25 de mayo de 2010

Serie de Verano Maestros del Arte # 2


                 Henri De Toulouse Lautrec es el único aristócrata/individuo de sangre azul que ha obtenido el reconocimiento más alto en la República del Arte.  Su padre, el Conde Alfonso de Toulouse-Lautrec-Monfa, era un excéntrico de sangre azul que presumía de su linaje trazándolo en línea directa a las más nobles familias del siglo trece, y su madre, a su vez una mujer con una larga cadena de apellidos provenía también de noble cuna. 
                   Siendo algo tan común que los aristócratas fueran los patronos de las artes y se rodearan de ellas, en este caso el nacimiento de un verdadero artista en la familia les haría pagar la penitencia por tantos siglos de inutilidad en sus vidas.
                   El viejo Conde de Toulouse era un personaje extraído del pasado y su hijo Henri se cultivaba dentro del ambiente noble amando los deportes ecuestres y las actividades al aire libre. Pero un par de accidentes lo pasaron de ser participante a convertirse en un artista espectador.  De niño sufrió una extraña enfermedad de los huesos y al caerse un par de veces se fracturó ambos muslos. Los médicos no pudieron hacer más que salvarle la vida pero el precio fue sumamente alto pues lo dejaron inválido.
                  Su torso se le desarrolló con normalidad pero sus piernas se formaron como aquellas de un enano.  De no ser porque el mundo del arte lo envolvió en sus lienzos, su orgulloso padre lo hubiera refundido en la torre de uno de sus castillos en Burdeos.
                 En su adolescencia, cuando dedicaba el tiempo a pintar caballos y animales salvajes su padre se sentía complacido pero más adelante en Paris cuando el arte de su talentoso hijo floreció a orillas del lodo y de lo maloliente y que sus temas eran escogidos entre aquello que sucedía en los bajos mundos, el viejo aristócrata vivía enfurecido. 
                 A la edad de 23 años y por decisión familiar, se le permitió a Lautrec administrar personalmente los fondos que se le habían destinado. El pintor rentaba un pequeño estudio en Montmartre siendo vecino de un solterón llamado Edgar Degas cuyas relaciones con sus modelos eran sumamente ortodoxas.
Fue dentro de este ambiente que se desarrolló un fenómeno sumamente extraño. 
                 El joven pintor llamado Toulouse Lautrec, hijo del Conde Alfonso etc. etc., físicamente deforme pero mentalmente superior a sus colegas y cortejado por los aristócratas de Paris, se hundió deliberadamente en medio de los bajos mundos, en medio de la plebe, codeándose con los del escalafón más bajo, con los “especialistas en el pecado y la perversidad” como los catalogaban.    Toulouse se movía como pez en el agua en los music-Halls, en los circos, en los burdeles y antros del bajo mundo.  Su compañero de farra y al igual noctámbulo era un primo de su madre, un médico alto y delgado lo que hacía de ellos un dúo sumamente peculiar.
                La amistad de ambos se daba como miel sobre hojuelas: El médico llevaba a Toulouse a los hospitales donde le permitían hacer bocetos de los enfermos y de las cirugías y en pago Toulouse invitaba a las coristas de los cabarets para el deleite visual de los pacientes. 
               Lautrec llegó a la cúspide de su arte entre los 28 y 30 años de edad cuando produjo carteles incomparables, óleos y litografías de Montmartre y de los chulos, prostitutas, bailarinas del Can Can francés, lesbianas, homosexuales  y otra serie de talentosos degenerados como se les tenía calificados en aquella época.  El Moulin Rouge se convirtió en su segunda casa al igual que los burdeles del barrio.  Vivía cómodamente entre prostitutas y de igual forma las consentía llevándolas a las carreras de caballos o a pasar un día de campo a orillas del río  y por lo mismo las chicas lo adoraban.  
               La vida alegre sin embargo le cobró su cuota al pintor enviándolo a un hospital por dipsómano.   Durante su encarcelamiento terapéutico ejecutó más de cincuenta bocetos y el día que lo diagnosticaron rehabilitado  salió del sanatorio tan fortalecido que de inmediato organizó un viaje para cruzar el Canal de la Mancha rumbo a Inglaterra y poder asistir a un juicio en contra Oscar Wilde.
               Pese a que jamás tuvo la necesidad de trabajar para mantenerse, Toulouse Lautrec recibía una buena paga por los bocetos que realizaba y por sus carteles. A él se le atribuye la creación de lo que hoy conocemos como “póster” .
               Cuando en 1889 viajó al Havre con el propósito de visitar a una vieja amiga que había marcado su corazón maltrecho, se encontró con la sorpresa que dicha damisela había hecho sus maletas y se había fugado con un cliente.  Dada la sensibilidad del pintor y su baja autoestima decidió refugiarse al lado de su madre en la ciudad de Burdeos. Murió allí a la edad de 36 años y fue enterrado como lo merecía un hombre noble de la época.
               Henri de Toulouse-Lautrec fue uno de los mejores dibujantes del siglo 19.  Si las comparaciones literarias son válidas, Toulouse era para la pintura lo que Guy de Maupassant fue para la literatura.  Cada uno en su oficio fue duro, honesto y totalmente carente de sensiblería; cada uno interpretó las costumbres del pueblo francés con valentía.  Lautrec no utilizó a sus modelos individualmente  sino que siempre los presentó afectados por el medio donde se desenvolvían.
               Sus modelos, lejos de algunos retratos que elaboró de personajes ilustres, siempre fueron ciudadanos provenientes de mundos envilecidos, degradados.  Los respetó a todos y cada uno, y de no ser porque Lautrec los inmortalizó en sus lienzos y carteles, hubieran quedado en el olvido absoluto.  Su modelo favorita fue Jane Avril, bailarina del Moulin Rouge, una chica delgada y acrobática a la que paseó por todos los recintos aristocráticos parisienses para horror de todos los allí reunidos.   Otra bailarina que siempre lo inspiró fue La Goulue, una mujer dura y bravucona, de nariz aguileña quien cuando perdió la fortaleza en sus piernas se convirtió en domadora de leones de un circo de tercera.  Los paneles que Lautrec pintó de ella y la trouppe circense se encuentran en el Museo de Louvre en Paris.
                   Una de las cantantes del Moulin Rouge se hizo famosa de la noche a la mañana. Era muy joven, de tez pálida, delgada, sin curvaturas y sin pechos. Se llamaba Yvette Guilbert . Siempre tuvo temor a las brochas y pinceles de Lautrec al paso de los años haciéndose vieja y más sensible .  La definía su mata de cabello bermellón.   Toulouse sin embargo se ganó su confianza y la plasmó en lo que hoy se conocen como los mejores carteles que el pintor haya realizado.
                   Además de su larga lista de personajes del inframundo, Lautrec incluyó a Aristide Bruant –figura mítica de cabaret parisiense y el café-concierto, a Chocolat el bailarín negro y a Cleo de Merode quien cautivó a Anatole France con su baile del vientre.
                   Cuando se sentía cansado, se retiraba por unos cuantos días a alguno de los burdeles donde lo recibían con los brazos abiertos.  Allí se dedicaba a dibujar y bocetar recibiendo el afecto constante de todas las mujeres  que allí trabajaban.  Una de sus pinturas, aquella que representa el recibidor de un burdel con todo tipo de mercancía puesta en exhibición expresa todo lo que puede decirse respecto al deseo carnal. Toulouse Lautrec fue un cronista social. Se mezcló, pintó y fue como el pueblo.