jueves, 13 de septiembre de 2007

Enganchados a una tradición

Historic Fly Fishing Items From The American M...Image via Wikipedia


Cada año ya para darle el toque final al verano, mi marido y mi hijo salen a un viaje de pesca. Tiempo atrás dejaron la pesca marítima en las costas mexicanas para sumergirse en el apasionante mundo de la pesca con mosca, buscando la afamada trucha arcoíris y la lobina en diversas vertientes de los ríos Arkansas y Colorado que cruzan infinidad de zonas en las montañas rocallosas y desembocan en el estado de Colorado.
Aquellos que practican la pesca con mosca están de acuerdo en que ésta es la modalidad más pura de pesca. Con la ayuda de lentes polarizados el pescador recorre las orillas del río o bien se mete a él y su mirada complementada por su pericia está a la espera de descubrir truchas. Para lograr el dominio de esta técnica es de suma importancia poseer un notable sentido de la vista y por lo mismo, acostumbrar a los ojos a ver peces bajo el agua. La mayoría de los pescadores cree estar dotada de esta sensibilidad, sin embargo existen enormes diferencias entre lo que pueden percibir un pescador y otro.
La trucha se encuentra de dos formas: comiendo, casi siempre cerca de la superficie, o bien reposando cerca del fondo.
Y si el lector se pregunta cómo es realmente la Pesca con Mosca, la descripción es la siguiente: este tipo de pesca consiste en llamar la atención del pez con un elemento artificial que imita su alimento –es decir insectos- lo que en el argot del pescador se llamará una “mosca”, y deslizarla lo más delicadamente posible muy cerca de su boca prácticamente sobre la superficie del agua. En ese momento, si la trucha vio la “mosca” se puede observar un ligero desplazamiento o bien como el pez abre la boca. Es aquí cuando el pescador clavará el anzuelo con arte y firmeza. En la pesca con mosca el señuelo se despliega progresivamente con movimientos rítmicos hacia delante y hacia atrás, como si fuera un látigo, con auxilio de la caña -que es muy flexible- y de un hilo con cuerpo, más grueso y pesado que el nylon tradicional, denominado “cola de ratón” o flyline (en inglés fly es el sustantivo mosca y también el verbo volar, de aquí el adecuado nombre con el que se denomina este deporte: FLY FISHING ). La mosca no es un insecto real sino un símil cuyo “cuerpo” se forma al atar hilos, plumas y otros materiales al anzuelo. Mantener la línea suspendida en el aire hace que el lanzamiento requiera cierto ritmo ( un ritmo de aproximadamente cuatro tantos: “uno..dos…con el brazo hacia atrás….tres…cuatro…al momento de lanzar ) y por tanto, requiere de práctica. A diferencia de la pesca tradicional que se denominaría pasiva, en el “Fly Fishing” aunque no hay que ser un atleta, se le considera una actividad en sí misma. La combinación del lanzado o casteado y la “mosca” hecha de materiales que asemejen un insecto real, burlará con estos movimientos al pez que se lanzará entonces a la superficie para comerse a este animal.
En un buen pescador se observa su práctica y su pericia en la manera en que engancha a su pez en cada ocasión pues si se engancha antes de tiempo, la trucha tendrá la oportunidad de devolver la mosca y escapar.
La pesca con mosca, es de acuerdo al universo de la pesca deportiva, posiblemente la pesca más intelectual entre todas las conocidas, ya que exige del pescador un adiestramiento y un minucioso estudio de las demás modalidades, en cuanto al lanzamiento, los diferentes tipos de moscas, y todo lo que conforma esta estupenda forma de pescar. Cuando el pez finalmente es atrapado por la línea, pescador y pez son uno mismo. El tiempo que uno ha dedicado para atrapar al animal ha necesitado dedicación, pericia, paciencia y concentración, así que este pez no será simplemente uno más para soltar o poner en la canasta, sino un logro en sí, un pequeño triunfo.
Una de las características más importantes que rodea a la pesca de trucha con mosca es la importancia que le da el pescador al entorno que rodea esta actividad. El pescador con mosca es un amante de la naturaleza.
Dentro de la pesca deportiva, actividad que en sus variantes es practicada en todo el mundo, existen determinadas especies de peces que gozan de las preferencias de los pescadores.
La numerosa biblioteca existente que aborda el tema a nivel internacional destaca que el sitio número uno lo ocupan los salmones y las truchas, cuyas características son su extraordinaria resistencia a ser capturadas dando recorridos veloces, cambios de dirección y sorpresivos saltos lo que marca radicalmente una diferencia con los otros peces de aguas profundas. Por otra parte, la alimentación de estas especies las hace animales astutos que hacen que el pescador se encuentre en un constante reto en relación con todo lo que rodea al pez para poder realmente “engañarlo”. Además, si de vez en cuando no se opta por la modalidad “catch and release” y se trae el botín a casa, la exquisitez de su carne es inigualable.
Sus inicios, se encuentran documentados en escrito romanos allá por el siglo 2 con la descripción que hacen de la manera en que pescaban los antiguos macedonios. La pesca con mosca tal como la conocemos se originó en las aguas blancas de los ríos rocosos de Escocia y el Norte de Inglaterra pues hay escritos publicados allá en 1496 que la describen detalladamente, incluso dan instrucciones acerca de la manera de tensar la caña y preparar los diferentes tipos de moscas de acuerdo a la temporada. En el Sur de Inglaterra, los ríos claros se localizaban en Surrey, los Berkshires y Hampshire. En estos ríos, la hierba crecía y se elevaba muy cerca de la superficie por lo que poco a poco se fueron derivando nuevas técnicas y usando una gama diversa de materiales, y es así como cada país fue desarrollando y modificando su técnica ya que este deporte se practicaría a partir de entonces desde Escandinavia pasando por Estados Unidos y llegando a varios países de Latinoamérica. Anteriormente, una caña larga y líneas ligerísimas hechas de algodón trabajaban en combinación con el viento, dejándole a éste hacer gran parte del trabajo pero después, las líneas hechas de seda demostraron ser sumamente eficientes a la par de las cañas de bambú.
Quien practica el Fly fishing o Pesca con Mosca coloca las novelas de Ernest Hemingway al lado de sus libros de pesca, pues el autor norteamericano constantemente describía la pesca con mosca en sus obras especialmente Fiesta (The Sun Also Rises) escrita en 1926. Hace unos cuantos años, Robert Redford dirigió a Brad Pitt en “Nada es para siempre” (A River runs through it) cuya historia se lleva a cabo allá en el estado de Montana cuando un par de hermanos realizan un viaje de pesca con la idea de que uno de ellos ayude al otro a encontrarle un nuevo sentido a la vida.
Si se pesca en aguas muy frías, se utilizan “Waders” que son pantalones impermeables de neopreno que llegan a la altura del pecho y se usan con tirantes. El pantalón incluye la bota con suelas de material sumamente adherente para poder mantenerse de pie sin ser jalado por la ligera corriente. El equipo, ni qué decirlo, un apasionante mundo: chalecos, cañas, carretes de todo tipo, kits para armar las moscas. Quienes se dedican opinan que en la pesca con mosca hay tres cosas atractivas: la pesca en sí, el atado o armado de moscas que para muchos ya es en sí un hobby, y el “fly casting” o lanzamiento.
Durante las horas en que aquí ensayé a describir este hobby fascinante, el tiempo voló para mis dos pescadores. Al ir guardando el equipo en el automóvil, intercambiamos unas cuantas frases. Durante el trayecto de vuelta no se dijo gran cosa. Cada uno estaba inmerso en sus propios pensamientos, relajado, digiriendo el increíble panorama. Yo sé que su cuerpo, su mente y su espíritu estuvieron ocupados placenteramente desde el amanecer hasta que el sol decidió guardarse y que no cambiarían por nada la posibilidad de pasar un día pescando en el río Colorado.

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